El diputado nacional se lanzó como precandidato a gobernador bajo un proyecto productivo «transversal» y que contemple a la economía popular. «La única grieta que existe es la que separa a los argentinos que les va bien cuando a la Argentina le va bien, de aquellos a los que les va bien cuando a la Argentina no tanto», señala sobre las motivaciones que llevaron a su postulación. También observa que el gobierno de Omar Perotti «es responsable de que hoy una gran parte del peronismo piense en términos de volver a empezar de cero».
La estrategia electoral del grueso del peronismo santafesino busca afirmarse hacia un lado mientras se cierra por el otro. Tal es el anhelo del diputado nacional Eduardo Toniolli, quien plantea la «necesidad» de mostrar alternativas al perottismo y de «abrir el diálogo» a espacios abrazados a la idea de justicia social y de ampliación de derechos. «Incluso con aquellos que puedan estar desencantados con el proceso de derechización que asumió el Frente Progresista», señala.
Lanzado a la campaña por suceder a Omar Perotti en Casa Gris, le achaca al gobernador el haberse cerrado en su círculo de confianza y generar «que una gran parte del peronismo piense en términos de volver a empezar de cero».
Desde su visión, la provincia de Santa Fe necesita de «un Estado potente y fuerte, capaz de intervenir en algunos sectores estratégicos de la economía a los que el mercado no le interesa o no les conviene llegar». Apunta principalmente al crecimiento de la economía popular dentro del circuito del empleo formal, una arista necesaria «para lograr una provincia mucho más equilibrada, como lo venimos demostrando en las más de 150 localidades del interior en las que construimos como Movimiento Evita».
Por eso, el desafío es «lograr que todo excedente se derrame, pero no como lo piensan los liberales, sino producto de políticas de integración para que los núcleos productivos generen divisas». «Nos mueve la necesidad de recrear la comunidad y los lazos sociales de un modo mucho más solidario», señala en un diálogo en profundidad con Santa Fe Plus.
—Hace pocas semanas anduvo de recorrida por la ciudad de Santa Fe, donde participó de un importante plenario: ¿querés contarnos un poco sobre esas jornadas?
—El Movimiento Evita tiene un desarrollo orgánico muy importante. Le damos mucha importancia a los espacios de debate colectivo, porque en última instancia son los que generaron la posibilidad de mi candidatura. Por eso nos reunimos con compañeros y compañeras de las 150 localidades de la provincia en las que estamos, un despliegue que pocas fuerzas pueden mostrar y que no se arma exclusivamente para una foto electoral.
Por el contrario, el Movimiento Evita impulsa un trabajo que es sostenido durante los 365 días del año, en cada una de esas 150 localidades. Por eso el plenario sirvió para discutir la coyuntura nacional y demás, pero también para empezar a sentar las bases de nuestra estrategia electoral en el marco de nuestro espacio natural, que es el justicialismo. Y en ese sentido cerramos algunas definiciones que ya veníamos elaborando.
—¿Qué lectura hacen de la coyuntura electoral santafesina?
—El proceso político en la provincia de Santa Fe parece ir hacia la creación de un autodenominado «frente de frentes», que algunos pretenden definir como el espacio del no peronismo y que yo describo como antiperonista. Frente a eso, lo peor que puede hacer el peronismo es encerrarse en sí mismo. No debemos entrar en una lógica binaria como la que se vive a nivel nacional, sino que debemos ir hacia otra lógica y en todo caso generar las condiciones para que la coalición en donde hoy está el peronismo, que es el Frente de Todos, pueda reunir a los aliados tradicionales pero también tender puentes hacia otros espacios desencantados con el rumbo de derechización que asumió el Frente Progresista.
También pensamos en los sectores de izquierda que forman parte del Frente de Todos a nivel nacional, pero que acá no, y en aquellos que en la provincia de Santa Fe tienen desarrollos territoriales importantes y con los que nos encontramos en la calle, pero con los que aún no pudimos cerrar un programa electoral. Son grandes definiciones para la etapa que viene.
—¿Esto incluye también al perottismo? O en todo caso: ¿cuáles serían las condiciones para entrar al armado?
—En realidad venía haciendo referencia a los armados por afuera del peronismo. Pero si me preguntás en concreto por el perottismo, en tanto expresión de la conducción del Estado, lo que tengo para decir es que ese díalogo quizás no fue tan fluido. No porque no hayamos querido, sino por una forma de liderazgo que fue achatando al peronismo y a la expectativa de la militancia.
Por eso mantenemos diálogo con un montón de sectores del peronismo, en el marco de nuestras estructuras orgánicas. Buscamos tender puentes todo el tiempo para charlar y tomar definiciones. Valoro mucho el trabajo que viene haciendo Ricardo Olivera, como presidente del Partido Justicialista, función que me toca acompañar en calidad de secretario general. Creemos que es el ámbito natural donde el peronismo dialoga con y entre sus distintas tendencias.
—¿Cuál es el su mayor desafío de cara al futuro inmediato?
—Intentar reflejar el trabajo cotidiano en las elecciones, para que pueda haber un correlato entre lo que decimos y lo que hacemos. Construimos cotidianamente en lo social, en lo gremial, en la generación de ideas con muchos sectores con los que después no hay un correlato en lo electoral, y por eso entendemos que queda mucho por conversar.
En cuanto al Movimiento Evita, nunca hemos librado a su suerte a ningún compañero o compañera en toda la provincia, sino que los empujamos para que puedan crecer y hacerse protagonistas de los procesos electorales. Buscamos generar una alternativa provincial, siempre entendiendo que es un aporte al conjunto y no un intento por romper el diálogo. Por eso estamos charlando con otros sectores, por un lado, mientras reforzamos lo interno.
—¿Cuál es la mayor crítica que le hacen al gobierno de Perotti?
—Los jefes territoriales del peronismo en sus distintas expresiones señalan que aquella expectativa que generó la etapa previa al proceso electoral de 2019, donde todos colaboramos en el armado, no se tradujo luego en un tipo de gestión o en una cantidad acorde de funcionarios asignados —que es en última instancia accesorio—, sino en la posibilidad de incidir en las políticas públicas. Nos hubiese gustado opinar y ser escuchados, establecer un marco de diálogo. Eso no existió y hace que hoy una gran parte del peronismo piense en términos de volver a empezar de cero. Seguro hay cuestiones a retomar y que pueden pervivir en el tiempo como gestión, pero hay muchas otras en las que el grueso del peronismo las viene pensando desde una perspectiva de cambio.
—Como aspirante a gobernador: ¿Qué es lo que más te preocupa de Santa Fe?
—Algunos de los grandes nudos gordianos de la provincia tienen que ser resueltos de manera integral. Por ejemplo, bajar los niveles de violencia que atraviesan nuestros centros urbanos, pero sin dar vuelta a la provincia como una media. Es decir, atendiendo a sus potencialidades para usarlas como herramientas de transformación de una infraestructura social tan injusta. Un ejemplo es generar arraigo en nuestro interior productivo, que hoy empuja a muchos jóvenes a irse hacia los grandes centros urbanos porque no consiguen generar un proyecto de vida acorde a sus expectativas. Si no resolvemos estas cuestiones, será imposible pensar en ciudades más equilibradas. Hoy, miles de jóvenes se van cotidianamente a vivir a los cordones de Rosario y Santa Fe en busca de un futuro que no pueden construir en su localidad. Vida que muchas veces tampoco pueden construir en esos grandes centros urbanos, porque no se les ofrece los servicios básicos ni un hábitat con perspectiva de desarrollo laboral profesional.
—¿Y en materia productiva?
—El mundo de hoy necesita de energía y de alimentos, y tenemos ambos. Argentina es la segunda reserva mundial de gas, tiene a Vaca Muerta, litio en el norte grande y cuenta con una cuantiosa fuente de alimentos. Santa Fe también: tiene incluso energías amigables con el ambiente como los biocombustibles. El desafío es que eso se derrame, no como lo piensan los liberales, sino producto de políticas de integración para que los núcleos productivos generen divisas. Queremos construir una santa Fe mucho más equilibrada y en ese plano contamos además con el el gran crecimiento territorial que tuvo el Movimiento Evita en el interior de la provincia.
—¿Cómo ves al interior provincial?¿Cómo trabajan allí como Movimiento Evita?
—Como señalé, estamos desarrollando nuestra fuerza en más de 150 localidades de toda la provincia. Además de ser la fuerza en la que algunos nos quieren encasillar, que es la de una organización social o la de un movimiento popular con perfil urbano, lo cierto es que también somos mucho más que eso. Nos movemos a partir de una práctica política que es también social y productiva, porque estamos en constante desarrollo de unidades de trabajo y espacios de cuidados para niños, niñas, adolescentes y adultos mayores. Espacios que tienen que ver con el abordaje de los consumos problemáticos, con la posibilidad de generar proyectos de vida alrededor del trabajo y de la producción, pero también en la formación y la capacitación de las y los santafesinos.
Todo eso lo desarrollamos en los grandes centros urbanos y también en los 19 departamentos. No solo en sus capitales, sino también y fundamentalmente en las localidades más pequeñas, a partir de un desarrollo ligado al apuntalamiento de la agricultura familiar y de la economía popular. Nos mueve la necesidad de recrear la comunidad y los lazos sociales de un modo mucho más solidario. Todo ese desarrollo es el que de alguna manera aparece o está puesto sobre sobre la mesa en la construcción del Movimiento Evita.
Por eso queremos poner en juego electoral todo lo trabajado en estos territorios. Es decir, debemos tender un puente de diálogo permanente con los sectores más primarios de trabajo, de la producción y de la industria en búsqueda de ver cómo los anudamos. Es un lazo que incluye a todos los sectores de la Argentina. Al menos a aquellos que les va bien cuando a la Argentina también, porque la única grieta que existe y nos separa es la de los argentinos que les van bien cuando a la Argentina le va bien, frente a aquellos a los que les va bien cuando a la Argentina no tanto.
—¿Hace referencia a los sectores conmumente relacionados con «el campo»?¿Qué lectura hace de la matriz agroexportadora doméstica?
—No. Ellos forman parte de los argentinos a los que les va bien cuando a la Argentina le va bien. De hecho, con los gobiernos peronistas les ha ido muy bien. Por eso tenemos que establecer un espacio de diálogo para tender puentes donde cada uno pueda ceder un poco. No nos interesa entrar en discusión con sectores con los que, por algunas divergencias culturales, a veces establecemos distancias equivocadas. Por eso el modelo de desarrollo que ejecutamos los incluye. Incluye a la producción industrial y a la producción agropecuaria, pero también a las economías regionales y la economía popular.
—¿Podés profundizar sobre el estado del sector ligado a la «economía popular»?
—Hay una deuda muy grande de la democracia para con una mitad de la población económicamente activa que trabaja, produce y crece, pero que no tiene acceso al régimen de seguridad social. Necesitamos un Estado potente y fuerte, interviniendo en algunos sectores estratégicos de la economía a los que el mercado no le interesa o no les conviene llegar. Todo en aras de la construcción de una Argentina pujante y con justicia social.
De haber alguna diferencia, debe establecerse entre todo ese mundo productivo y quienes solo viven de la timba financiera. Estos últimos mantienen vigente un ciclo histórico donde la valorización financiera del capitalismo posfordita no permite la creación de empleo ni de la producción, sino que favorece la especulación. Tratamos de construir un nosotros colectivo que pueda romper con ese ciclo abierto en el ’76 y recuperar lo mejor de la experiencia de las últimas décadas. Ir hacia un nuevo escenario al que estamos convocados todos, no solo los peronistas.
Realmente nos sentimos afines a la economía popular, y es un pilar tanto del Movimiento Evita como de muchos otros sectores con los que se confluye. Entonces es interesante profundizar un poco más con estos espacios acerca de la importancia de que la economía popular sea más tenida en cuenta dentro de la economía formal.
—¿Cómo puede lograrse esa inclusión laboral?
—La economía popular es una realidad y una consecuencia de todo este ciclo al que hacía referencia y que sigue abierto en la Argentina. Es un problema que la mitad de la población económicamente activa esté por fuera de cualquier régimen de seguridad social. Pero uno puede abordarlo de tres maneras: la primera es negar esta realidad y apuntarle a la cabeza a esos sectores, sin preocuparse por el futuro de millones de argentinos. El liberalismo de la Argentina piensa así, lo vimos durante el macrismo.
También puede tenerse otra fórmula, que es plantear que la recuperación económica los incorporará naturalmente y masivamente al empleo formal, una teoría que nos encantaría que funcione pero que nunca pasó ni está pasando, porque vivimos en el contexto de un capitalismo expulsivo que premia la especulación por sobre la generación de empleo.
Por eso tenemos otra visión, que busca entender que hay millones de compatriotas que generaron su propia estructura de trabajo y que hoy trabajan sin el resguardo de los derechos consagrados. A ellos no les podemos responder solamente con un curso de capacitación para que después puedan «incorporarse» al mercado formal. Por eso planteamos una tercera mirada que propone extremar todas las acciones del Estado para seguir adelante con la industrialización y la generación de empleo incluyendo a estos millones de compatriotas que buscan formalizarse. Puede generar un proceso virtuoso de recuperación de la industria y de la actividad económica.
—¿Hay lugar para todos dentro del llamado «empleo formal»?
—Aún cuando no se puedan incorporar al empleo formal, todas y todos los trabajadores deben gozar de los derechos laborales adquiridos. El Estado debe acompañar con el fomento de las cooperativas y del activismo en general. También hay herramientas que aún no han sido probadas pese a que tienen vigencias legislativa, como el proyecto de un monotributo productivo. Son herramientas de incorporación de derechos y de formalización de ese enorme continente productivo, económico y social. Lo vemos como un primer paso hacia otros derechos, como el acceso al crédito y a todo lo que les permita desarrollarse en mejor condiciones. También acceder a un plan de vivienda. La economía popular no tiene que ser vista como un problema, sino como un enorme potencial para reconstruir a la Argentina del trabajo y de la producción.
—Cambiando de tema: ¿puede hacer un breve balance de su año legislativo?
—En las últimas semanas tuvimos dos grandes debates en el Congreso. Uno fue el de alcohol cero, una iniciativa muy importante que apunta a la salud pública. El otro fue el debate sobre la ley de Humedales. A pesar de que algunos han intentado demonizarla, debe señalarse la contradicción de que un Estado no controle efectivamente su territorio. Hay quienes desean que todo siga como está para seguir delinquiendo. A las pruebas me remito con lo que sucedió en las islas del Paraná. Por eso creemos que los Estados nacionales deben tener influencia y herramientas para controlar efectivamente su territorio y controlar las actividades humanas que se realicen sobre los humedales. El proyecto que redactó el peronismo no prohíbe ninguna de esas actividades, sino que las regula para que puedan seguir desarrollándose con arreglo al cuidado de nuestra casa común. Y para que puedan seguir realizando esa actividad, porque sin humedales no hay actividad productiva posible.
Sin embargo, el proyecto que obtuvo dictámen de mayorías (el de Juntos por el Cambio) parte desde una perspectiva de falso federalismo, porque le quita mucho poder de acción al Estado nacional. Y eso no es bueno, aparte de poco racional, porque es muy difícil establecer un inventario de humedales porque no saben de jurisdicciones.
—¿Termina siendo un problema el proyecto que se aprobó?
—Más que un problema, sería insuficiente. No puedo decir que sea un retroceso, porque en última instancia es un tema que debe legislarse. Pero es insuficiente porque se necesita de un protagonismo más claro del Estado nacional y de la sociedad civil.
—¿Qué otros aspectos rescatás de tu año legislativo?
—Bueno, rescato primero que ha sido un año muy rico. Trabajamos con muchos sectores sociales y de la producción en distintas iniciativas que hicieron a los temas más fundamentales de la Argentina y de nuestra provincia. Acabamos de presentar un proyecto de ley de experiencias educativas de gestión social y cooperativa, una gran deuda de nuestras normativas con un colectivo importantísimo que tiene expresión tanto en los barrios de Rosario como de Santa Fe, además de muchas escuelas rurales.
También trabajamos en iniciativas que tienen que ver con la economía popular, con el transporte público y con la necesidad de avanzar hacia un sistema único en el reparto de subsidios. Impulsamos una nueva ley de alquileres, promoviendo alternativas que no la metan la mano en el bolsillo a los inquilinos y generando condiciones para atraer a los titulares de inmuebles.
Por otro lado, presentamos un proyecto de ley para la creación de una agencia nacional de nocturnidad, que es un tema que está en discusión tanto en Rosario como en Santa Fe. Sobre este punto, entendemos la necesidad de involucrar a otros niveles del Estado para que no sea solo el Municipio quien habilite un boliche o un espacio donde se hacen recitales. Proponemos una intervención mucho más fuerte del Estado desde otras perspectivas que hacen al blanqueo de ese mundo económico, a la seguridad y a la capacitación de quienes tienen en sus manos la vida de las y los jóvenes.
En fin… hemos avanzado con una agenda legislativa muy amplia, estuvimos en todos los temas de discusión de coyuntura con protagonismo y con propuestas concretas, pero también generando una agenda propia que incluya los intereses más urgentes de la provincia de Santa Fe y su pueblo.
—¿Cómo ves el nivel de debate político-electoral?¿Te preocupa el tono de algunos discursos?
—Veo todo un nicho reproduciendo ideas que en muchas ocasiones hasta nos les cae en gracia, pero que abrazan porque les genera un rédito electoral. Una parte importante de la política está en esa, pero a mí no me preocupa. O en todo caso, no tanto como la incapacidad de quienes debemos adoptar una mirada distinta y darle respuestas concretas a los problemas de nuestro pueblo. Si somos capaces de dar respuestas a quienes no llegan a fin de mes, entonces las avivadas van a tener mucho menos lugar.
Por eso, más que preocuparnos en la manera en que hacemos un TikTok, en si gritamos más o menos fuerte que Milei, debemos preocuparnos en cómo resolvemos los problemas concretos y, por decantación, nos vamos a reencontrar con muchas y muchos que quizás hoy están desencantados.
Fuente: Rosario Plus