Un incidente vial desencadena una batalla encarnizada entre dos almas no tan distintas. Con el trasfondo de la ciudad de Los Angeles, esta amarga comedia repasa las máscaras sociales y las espinas del sueño americano para los inmigrantes.
Hace algún tiempo, Lee Sung Jin tuvo un encontronazo vial en la ciudad de Los Angeles. Tras los insultos y amenazas de rigor, el susodicho siguió su impulso y comenzó a perseguir por varias horas a su enemigo íntimo. El corolario fue la inspiración para crear Bronca, la flamante serie de diez episodios que acaba de estrenar Netflix. “Pensé que había chances de una ficción sobre dos personas muy atascadas en sus propias perspectivas, que están pasando muchas cosas en sus vidas y se descarrilan por un simple incidente”, señaló el showrunner de la entrega producida por el destacado A24. Se trata de la primera serie luego del suceso de La ballena y Todo en todas partes al mismo tiempo en los Oscars para el estudio de moda en Hollywood.
“Siempre pasa alguna cagada”, es el mantra que tienen en común Amy Lau (Ali Wong) y Danny Cho (Steven Yeun). Y justamente por eso el topetazo en el estacionamiento de una megatienda entre ambos no deriva en una comedia romántica, sino en un raid de furia e interminables pases de factura. De un «fuck you» a la meada en un baño, de malas reseñas en Internet a denuncias policiales, pasando por tiros y todo un muestrario de crueldad con cita en el Valle de San Fernando californiano. Lo singular es que las almas de estos inmigrantes (ella de origen chino y vietnamita; él coreano) ya venían atravesados por la rabia, simplemente necesitaban al otro para entrar en combustión.
Bronca, entonces, es de esos relatos que prosiguen una reacción en cadena incontrolable. Es un modus operandi que podría fagocitarse por su esquematismo, pero que se justifica en la exploración de sus protagonistas, antagonistas y antihéroes. Por un lado está una emprendedora de clase alta cuya boutique está por pasar a manos de un gigante comercial. La perfeccionista Amy ya no sabe qué hacer como sostener su matrimonio con un artista snob (“el enojo es solo un estado de conciencia transitorio”, le aconseja). A eso se le suma la suegra, la maternidad incompleta y demás variantes para una self made woman de manual. Danny, por su parte, es un contratista (eufemismo para quien hace changas de todo tipo) a la caza de billetes con urgencia por un asunto que involucra el retorno de sus padres a Corea. “No es algo exclusivo de los asiáticos, pero creo que es hay algo de la experiencia general del inmigrante de estar en un nuevo país y vivir con esta inseguridad constante que crea una dinámica familiar donde todo se trata de supervivencia”, dijo el actor conocido por su papel en The Walking Dead y Minari.
Bronca fue un proyecto tan personal para Wong y Yeun –ambos son sus productores- que tuvieron urticaria en medio de su realización. Con el eco de Día de furia y La guerra de los Roses (o como si El hombre de al lado hubiese sido equitativo con los puntos de vista), Bronca apela a distintas estrategias audiovisuales más allá de la inquina entre Amy y Danny: los diálogos gancheros, la edición aguda, la puesta en escena briosa, el soundtrack alternativo noventoso y toda una serie de simbolismos orientales (atención a los cuervos) que avivan el fuego de la pareja.
Es como si los personajes se necesitaran como salvoconducto de las máscaras sociales, de la hipocresía y la imposición de tener su sueño americano. En la intimidad, ella se excita frotándose con un arma de fuego y él con atracones de comida rápida. Episodio tras episodio, el ajuste kármico entre ambos requerirá de buenas dosis de ingenio, rabia y, sobre todo, miserabilidad. “Lo que más me intrigó de esta historia es el odio que sienten estos personajes, nunca sabés que pasa realmente por la cabeza de otro”, dijo Wong. “Danny es una exploración de algunos de los impulsos que todos tenemos cuando estamos en un constante estado de miedo, o vivir con una sensación constante de inseguridad”, amplió el actor.