A 45 años del secuestro de Oesterheld, una vida como metáfora del héroe colectivo

El 27 de abril de 1977 los responsables del terrorismo de Estado secuestraban y luego harían desaparecer al creador de «El Eternauta». Ya habían hecho eso con sus hijas, que estabas embarazadas, y con sus yernos. Dos de esos niños o niñas se supone que nacieron en cautiverio. Toda su obra refleja que «el único héroe válido es aquel que actúa en grupo».

Héctor Germán Oesterheld, escritor, guionista y militante de la organización Montoneros, era secuestrado hace 45 años -el 27 de abril de 1977- por un grupo de tareas de la última dictadura cívico militar en la ciudad de La Plata, y desde entonces, el creador de “El Eternauta”, una mítica historieta que versa sobre el valor de la resistencia y el heroísmo como actos colectivos, permanece desaparecido.

Comprometido con una mirada del mundo y la vida que se plasmaba en sus obras, Oesterheld se incorporó a la militancia en los años ’70, cuando tenía una reconocida trayectoria en la industria editorial.

Autor reconocido en el mundo de la historieta desde los años ’50, con obras publicadas en revistas como “FronteraHora Cero y Misterix, Oesterheld decidió acompañar la militancia de sus hijas Estela, Beatriz, Diana y Marina, y sumarse como correo a Montoneros.

Dos de las hijas del autor se encontraban embarazadas al momento de ser secuestradas.

Entre Héctor, sus hijas, los tres maridos de ellas y los dos niños o niñas que se supone nacieron en cautiverio, hay diez víctimas de la dictadura entre desaparecidos y asesinados.

Tan sólo Elsa Sánchez (fallecida en 2015), la esposa de Osterherld, sobrevivió a la tragedia que el terrorismo de Estado le impuso a esta familia y se sumó a Abuelas para criar a Martín Miguel, uno de sus nietos, quien hoy es cineasta.

Oesterherld comenzó a mostrar su interés por modificar la realidad en sus años de estudiante de la carrera de Geología en la UBA, cuando formó parte del Centro de Estudiantes en la Facultad de Ciencias exactas y en los trabajos de campo que realizó para YPF en Comodoro Rivadavia, Zapla y Tupungato.

A fines de los ’40, dejó la geología y comenzó a publicar y cuentos, y la década siguiente guionó historietas que educaron la sensibilidad de la generación que se incorporaría años después a la militancia revolucionaria.

Fundó su propia editorial en 1957, y desde ella gestó «El Eternauta», la obra que narraba una invasión extraterrestre a Buenos Aires, que comenzaba con una nevada mortal y proseguía con la resistencia liderada por Juan Salvo, el hombre que comprende que «el único héroe válido es aquel que actúa en grupo».

 

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