La lucha no se detiene, pero enfrenta un nuevo desafío: reconstruir lo colectivo

En un contexto de ajuste, fragmentación social y avance de políticas neoliberales, la clase trabajadora enfrenta el desafío de transformar los reclamos sectoriales en una expresión colectiva capaz de disputar el rumbo del país.

Matías Pereyra, delegado adjunto de Amsafe Constitución, hacia referencia a esta coyuntura que viven los docentes y los trabajadores en general.

«Desde la asunción del actual gobierno nacional, el tiempo de lucha no ha cesado. Sin embargo, el escenario se ha vuelto cada vez más cruel. Las consecuencias del ajuste, la pérdida de derechos y la incertidumbre atraviesan de lleno a los trabajadores y trabajadoras. En este contexto, la organización sindical aparece como una herramienta central, que debe ponerse al servicio del pueblo en su conjunto.

Hoy se discute si los tiempos de la protesta coinciden o no con la gravedad de la realidad social. Lo cierto es que atravesamos un proceso en el que gran parte del pueblo está absorbido por sus problemas particulares. Cada sector enfrenta su propia urgencia, pero esa conflictividad aún no logra traducirse, en términos generales, en una lucha colectiva y masiva.

Si bien existen expresiones de resistencia —y algunas de ellas en crecimiento—, no se alcanza todavía el nivel de masividad que cabría esperar frente a una situación económica y social tan compleja. La historia reciente demuestra, no obstante, que estos procesos no siempre son lineales. Como ocurrió en 2001, los estallidos sociales no siempre responden a los tiempos que se analizan desde la política o los medios.

Mientras tanto, resulta imprescindible que la clase trabajadora y las organizaciones sindicales mantengan y fortalezcan el mayor grado de organización posible. Esa estructura será clave para que, cuando las consecuencias del modelo neoliberal se hagan aún más evidentes, el repudio pueda expresarse colectivamente en las calles.

En este escenario también aparece una discusión necesaria: la autocrítica. No como un ejercicio abstracto o declamativo, sino como una herramienta para analizar con honestidad el sujeto social real y el contexto concreto. Sin esa revisión, cualquier diagnóstico corre el riesgo de quedar desfasado de la realidad.

La crítica no puede limitarse únicamente a señalar las medidas del Gobierno Nacional —y en muchos casos del Gobierno Provincial—, sino que debe avanzar en explicar por qué se llega a esta situación y, fundamentalmente, qué alternativas deberían impulsarse.

El debate actual en torno al Presupuesto 2026, el intento de avanzar con una nueva reforma laboral bajo el rótulo de “modernización” y los anuncios sobre una futura ley de educación, exigen una posición clara. Desde el movimiento obrero, la respuesta no puede ser sólo el rechazo. Es necesario decir no a estas propuestas concretas, pero también afirmar que sí hacen falta nuevas leyes laboral y educativa, construidas desde las necesidades de los trabajadores y trabajadoras, y no desde los intereses de los sectores empresariales.

La disputa, en definitiva, no es sólo contra el ajuste, sino por el sentido del futuro.»

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