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Los salarios de trabajadores formales ya quedaron por debajo de la canasta básica

Es la primera vez en los últimos ocho años que los sueldos de trabajadores estables no llegan a cubrir la canasta de artículos de primera necesidad. Esto está provocando un parate en el consumo que ya repercute en el empleo

Los datos difundidos por el gobierno nacional ya convalidan de manera oficial que el ingreso promedio de los asalariados formales se encuentra por debajo del umbral de la pobreza. Pero esto se trata apenas de la foto de una película que está en proceso, ya que corresponde a datos de principios de este año, y aún no registra lo ocurrido en febrero y marzo, cuando los precios siguieron acelerando y no hay recomposición salarial (si es que la hay) que alcance.

Actualmente en Argentina ser un trabajador formal no garantiza reunir los ingresos suficientes para cubrir la Canasta Básica Total (CBT), que contempla los artículos necesarios para que una familia cubra sus necesidades básicas. Tener promedios salariales por debajo del costo de la canasta es un fenómeno que no se da desde que se retomó la medición de la CBT en el año 2016, y ni en los momentos de mayor ajuste del gobierno de Macri se vio algo similar.

Este escenario se dio a conocer luego de que la Secretaría de Trabajo, Empleo y Seguridad Social informó que la Remuneración Imponible Promedio de los Trabajadores Estables (Ripte) ascendió en enero de este año a $555.269. Ese mismo mes, el propio Indec midió que el valor de una CBT alcanzó los $596.823. Ese número representa el total de gastos que debe hacer una familia de cuatro personas para cubrir el 100% de sus necesidades básicas en el transcurso de un mes.

Pasando en limpio: el promedio salarial de los empleados formales del país se ubicó más de $41.000 por debajo del valor de la canasta básica. Pero a esto hay que agregarle que el análisis tiene en cuenta los salarios brutos, es decir, sin descuentos por aportes patronales y previsionales. Si se descuentan las cargas sociales, el promedio de salario neto de bolsillo de un empleado registrado equivale a $460.873. Ese monto no llega a cubrir ni siquiera los ingresos que necesita una familia de tres personas, con un valor cercano a los $457.100.

Los datos terminaron ratificando el fenómeno de trabajadores pobres que se venía advirtiendo en los últimos años. Si bien la diferencia entre el promedio de salarios formales y canasta básica fue acotado durante los últimos años, el salario siempre estuvo por encima. En diciembre de 2019, en el final de la gestión de Mauricio Macri, llegó a existir una diferencia de 27%; luego, un año más tarde, durante la gestión de Alberto Fernández y en el marco de la pandemia de Covid 19, la diferencia se acortó a 23%.

Con vaivenes la brecha se mantuvo relativamente estable durante los años siguientes, pero a partir de agosto de 2023, luego de la devaluación del 22% aplicada por el gobierno anterior (luego de las PASO presidenciales), la situación empezó a cambiar. Desde ese mes las diferencias comenzaron a achicarse de forma alarmante y ya en diciembre del año pasado las líneas se cruzaron.

Actualmente, y tras la brutal devaluación aplicada en diciembre por Javeir Milei, la brecha es del 7,48%, pero con la CBT por encima de los salarios. En otras palabras, hace un año un salario promedio de los trabajadores formales estables alcanzaba para adquirir 1,23 canastas básicas totales. Hoy, un sueldo medio basta sólo para comprar 0,93 canastas.

Si bien en febrero si verificó una leve desaceleración en los precios, es decir se remarcó menos que el mes anterior, los niveles de inflación siguieron altos. Mientras tanto las recomposiciones salariales avanzan a medias, salvo algunos casos excepcionales. Esto se traduce en una profundización de esa brecha entre los ingresos laborales y el dinero que se necesita para cubrir las necesidades básicas en un hogar.

El gobierno nacional pudo mostrar un número de inflación más bajo durante febrero, aunque en simultáneo reconocen que en marzo será difícil sostener esa tendencia. Ya rigen aumentos de electricidad, que impactaron con fuerza en las boletas de EPE para Santa Fe y aún quedan importantes ajustes en gas. Se trata de dos valores que tendrán repercusión inmediata en precios y pondrán aún más presión sobre la inflación.

Más preocupante aún que los salarios formales por debajo de la canasta básica, es la recesión que ese fenómeno está ocasionando. Es que el parate, producto de que a las familias cada vez les alcanza para comprar menos, empieza a generar despidos en distintos sectores que ven a sus empleados como primera variable de ajuste. El panorama actual es delicado, ya que los trabajadores empiezan a notar que, peor que no llegar a fin de mes con lo que tienen, es no tener con qué llegar.

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