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Testimonios por víctimas claves en la causa de la represión al Villazo

La esposa y el hijo de Victorio Paulón, así como las hijas de Alberto Piccinini y Mary Dal Dosso reclamaron justicia por los delitos de lesa humanidad de 1975.

La audiencia en la causa por la represión ilegal del Villazo, en 1975, trajo ayer a la memoria a dos figuras icónicas de la lucha sindical en esa ciudad. Quien fue el líder de la lista Marrón que conquistó la conducción de la UOM en 1974, Alberto Piccinini, llegó a través del testimonio de su hija Claudia y Victorio Paulón -figura clave de la larga huelga de marzo a mayo de 1975- fue recordado por su compañera Mabel Gabarra y su hijo Mariano Paulón. Sus fotos estuvieron presentes en los asientos de la sala del Tribunal Oral Federal número 1, como testimonio de la lucha para llegar al juicio oral y público. Fue tan larga que Piccinini murió el 13 de mayo de 2021 y Paulón el 5 de mayo de 2022. Ninguno de los dos pudo sentarse ante el Tribunal a declarar. «Mi marido estuvo preso durante seis años a disposición del Poder Ejecutivo Nacional, y nunca le armaron una causa, cosa que no entiendo como abogada, que lo hayan tenido tanto tiempo preso sin ninguna imputación. Le rechazaron cuatro veces el pedido de salida del país», fue una de las primeras afirmaciones de Gabarra.

En la sala de audiencias estaba el público llegado en una combi desde Villa Constitución. Los carteles con fotos también recordaban a otras víctimas de la represión ilegal que fueron asesinados entonces, o murieron durante todos estos años. Roque Delmasse, Orlando Arizaga, Pablo Villanueva, Julio Palacios y Carlos Ruescas estaban presentes con sus fotos. En la sala, Coco Delmasse -uno de los primeros testigos-víctimas que declaró en el juicio iniciado en noviembre del año pasado- cumplía 82 años ayer. 

Otra de las víctimas y testigos es Gabriela Sosa, que espera dar testimonio en los próximos días. Sigue reclamando que las audiencias se realicen en Villa Constitución, una modalidad que el tribunal presidido por Germán Sutter Schneider aceptó el año pasado, pero revocó este año. «Para nosotros es terrible que se haga en Rosario, yo tengo 70 años, y soy la más joven de las víctimas», dijo Sosa. «Sostenemos que se tiene que hacer en Villa Constitución porque es donde sucedieron los hechos, y todo el pueblo participa. Es importante para que los jóvenes conozcan la historia, podríamos invitar a jóvenes del profesorado y la escuela secundaria», plantea la testigo, mientras distribuye las fotos en las sillas de la sala. También recuerda que otras causas se realizaron en los lugares de los hechos, como la Saint Amant que se hizo en San Nicolás y San Pedro.

La causa por la ocupación militar de Villa Constitución el 20 de marzo de 1975 y la posterior represión ilegal de la revuelta popular conocida como el Villazo comenzó el 13 de noviembre, para juzgar la responsabilidad de dos exdirectivos de la metalúrgica Acindar de la ciudad de Villa Constitución, dos exmilitares, dieciséis expolicías federales y un expolicía provincial como autores de la privación ilegítima de la libertad agravada por mediar violencia y amenazas contra 67 trabajadores metalúrgicos y ferroviarios durante la represión desatada a partir del 20 de marzo de 1975 en esa zona industrial.

Reconocer a las mujeres

El primer testimonio fue el de Gabarra, y fue interrogada por la querella en su triple condición de abogada, víctima directa y referente del movimiento de mujeres y feminista de la ciudad. «Victorio fue detenido cuando iba al acto del 1° de mayo con Zenón Sánchez, que trabajaba en Acindar, y otros compañeros. Él había entrado poco antes a trabajar en Vilber, y a los tres meses los compañeros lo eligieron para que formara parte del comité de lucha que encabezó la huelga. Hay un libro de Victorio que se llama La gran Huelga, donde relata esa huelga, que duró muchísimo tiempo y que fue sostenida por las mujeres, no se hubiera podido sostener si no fuera por las mujeres que llevaban la comida, y todo lo que hacía falta para mantener la toma de las fábricas, cuidaban a los hijos y también hicieron de todo para sensibilizar a la sociedad», dijo Gabarra, para concluir: «Esas mujeres cuando terminó el conflicto volvieron a sus casas y no tuvieron mayor participación. Soy feminista y tengo mi militancia en el feminismo. Creo que esas mujeres no han tenido el reconocimiento que merecían«.

Las preguntas de las abogadas de APDH, Gabriela Durruty, Jessica Pellegrini, Julia Giordano y Federico Pagliero fueron jalonando el extenso relato de Gabarra, que recordó cuáles eran las fábricas que formaban el complejo siderúrgico de Villa Constitución (Acindar, Marathon, Metcon y la más pequeña Vilber), y cómo se conformó el comité de lucha que sostuvo la huelga.

Secuestro y exilio

Gabarra comenzó con el secuestro de Victorio, en la entrada de Villa Constitución. Ese 1° de mayo de 1975, Mabel había ido a un cumpleaños, y al volver, pasado el mediodía, encontró la casa abierta. «Los vecinos estaban asustados, me decían que no entrara, que había estado la policía. Pero yo les dije, cómo no voy a entrar si es mi casa, y encontré todo tirado, todo revuelto«, siguió el relato. Alguien le avisó que su marido había sido trasladado a la Jefatura de Rosario y allá fue a buscarlo. Cuando llegó, le negaron que estuviera allí. «Pero se dio la hermosa casualidad de que justo a él lo estaban bajando por las escaleras para tomarles las huellas, así que yo corrí y nos abrazamos. Se generó un momento tenso, y me echaron», siguió el vívido relato de lo ocurrido hace 49 años.

Victorio fue llevado a Coronda, donde Mabel lo podía visitar todas las semanas, luego le dijeron que había sido trasladado a Devoto, pero allí le negaron la visita. Más tarde, estuvo en una cárcel de Chaco. Esa fue la última vez que pudieron verse, con los niños pequeños, de 3 y 2 años.

A Mabel su familia le pidió que saliera del país, para evitar nuevos allanamientos (habían sufrido dos), y ella se fue primero a Montevideo, luego logró el estatus de refugiada para viajar a Francia. Mientras tanto, a Victorio lo trasladaron a tres cárceles más: Rawson, Caseros y La Plata. En 1981 le dieron la libertad vigilada, y Victorio volvió a Villa Trinidad, el pueblo de su familia, en el norte de Santa Fe. Un año después, apenas se lo permitieron, viajó a Francia. Mabel recordó ayer el momento en que se vieron, luego de seis años, a través de un vidrio del Aeropuerto de Brusellas.

El exilio dejó huellas profundas en la vida de Mabel. Durante tres años no pudo estar con sus hijos, se enteró de la muerte de su papá con seis meses de retraso. Apenas volvió la democracia, quiso regresar al país, lo hizo poco después de la asunción de Raúl Alfonsín.

Sobre Victorio, dijo: «Para mí fue el compañero de mi vida, de militancia y un ser humano excepcional».

A Mabel también le preguntaron por Concepción de Grandis, asesinada el 15 de julio de 1975. «Es una historia muy triste, nosotras estudiamos juntas y un día nos encontramos en el colectivo, volviendo de Villa Constitución. Ya era abogada y hacía las jubilaciones de los afiliados a la UOM. La secuestraron al salir del sindicato, que entonces quedaba en la calle San Martín, en una casa vieja. La tajearon, le sacaron los pechos y la tiraron. Era una persona tranquila, con una forma de ser hermosa, muy querible», la recordó.

Rodeada de aplausos, Mabel salió de la sala y en el pasillo se abrazó con su hijo Mariano, que estaba esperando y entró después a declarar. Les contó a los jueces Sutter Schneider, Otmar Paulucci y Ricardo Vázquez sus vivencias. Tenía un año y medio cuando lo secuestraron a su papá, después su mamá se fue a Francia y él quedó con su abuela. Pasó dos años sin ver a Mabel. Cuando la abuela los llevó, se quedó un mes y volvió. Entonces todo el tiempo estaba recuperando afectos y perdiendo otros. A su papá no lo vio desde que tenía dos años hasta los ocho.

La tercera testigo fue Claudia Piccinini, la hija de Alberto Piccinini, el sindicalista emblema de la lista Marrón que conquistó la UOM de Villa Constitución en 1974. Claudia contó cómo se conocieron sus padres, que trabajaban en un almacén de ramos generales, también relató que -desde la cárcel- su papá le enviaba cartas larguísimas en las que prometía que, al volver, iba a luchar para recuperar el sindicato. Trabajadora por la memoria, una de las responsables de Teatro por la Identidad, Claudia Piccinini también resaltó la importancia de hacer las audiencias en Villa Constitución, porque eso permite a la ciudad reconstruir la historia de la ciudad.

La última testigo fue Soledad Estévez, la hija de Mary Dal Dosso, abogada de la UOM de Villa Constitución que no está en condiciones de declarar por su edad avanzada. Se refirió a la militancia de su madre, que pertenecía a Vanguardia Comunista antes de representar a la lista Marrón. Dijo que la pretención más importante de esa lista fue democratizar el sindicato. Mary y Mireya Rojo eran profesionales de la abogacía en un ámbito muy varonil, como la UOM. Cuando le preguntaban por qué estuvo presa su mamá, siempre supo que era por defender los derechos de los trabajadores. Soledad nació en agosto de 1975, cuando su madre estaba presa. Vivió con ella hasta los nueve meses, y luego la llevaron a la casa de sus abuelos.

Por Sonia Tessa

Fuente: Pagina 12

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