Marcelo Arruda celebraba sus 50 años, vestido con una camiseta con la imagen de Lula, en un club decorado con imágenes del expresidente, cuando un policía penitenciario federal, identificado como Jorge Guaranho, interrumpió la fiesta al grito de «Bolsonaro presidente, hijos de puta» y lo mató.
La violencia política explotó en Brasil, cuando un policía irrumpió en una fiesta de cumpleaños gritando consignas a favor del presidente Jair Bolsonaro y mató a tiros a un dirigente del partido del exmandatario y candidato presidencial Luiz Inácio Lula da Silva, en un club social de Foz de Iguazú, estado de Paraná, en la frontera con la provincia de Misiones.
La policía civil de Paraná había informado que el agresor había muerto cuando el cumpleañero había alcanzado a responder los disparos, pero la comisaria de la división homicidios, Iane Cardoso, afirmó que está internado y bajo custodia.
La funcionaria hizo la afirmación durante una conferencia de prensa en la que ratificó que hubo «motivación política» en el homicidio.
El ataque del policía bolsonarista tuvo motivaciones políticas debido a que el cumpleaños tenía la temática del Partido de los Trabajadores (PT) y la víctima, Marcelo Arruda, usaba una remera con la cara de Lula.
La invasión a la fiesta del dirigente que era también guardia municipal y tesorero del PT por parte del policía penitenciario federal bolsonarista ocurrió luego de que el jueves Lula debió utilizar chaleco antibalas en un acto en Río de Janeiro luego de que un hombre que fue detenido lanzó un explosivo de fabricación casera contra la multitud.
«Por lo que se ha percibido hasta el momento se trató de un delito hecho por intolerancia política», dijo el secretario de Seguridad de Foz de Iguazú, Marclos Jahnke, en base a la investigación de la Policía Civil del estado de Paraná.
Lula, candidato favorito en las encuestas para el 2 de octubre, atribuyó al ultraderechista Bolsonaro «el clima de odio en el país» reflejado en este crimen del dirigente que era un guardia municipal de Foz de Iguazú y tesorero del PT en esa ciudad.
Marcelo Arruda celebraba su cumpleaños 50 vestido con una camiseta con la imagen de Lula en un club decorado con imágenes del expresidente cuando un policía penitenciario federal, Jorge Guaranho, interrumpió la fiesta con su esposa con un bebé en brazos al grito de «Bolsonaro presidente, hijos de puta», según relataron testigos a la prensa local.
El policía bolsonarista se retiró después de este primera irrupción gritando «los voy a matar a todos» y siendo repudiado por el cumpleañero y varios de sus amigos y parientes. La esposa del asesino le pidió que parara y se olvidara del caso.
Pasados 20 minutos, regresó armado y disparando, tras lo cual Arruda, que es guardia de la municipalidad de Foz de Iguazú, tesorero local del Partido de los Trabajadores y había sido candidato a vicealcalde en las elecciones municipales de 2020, respondió con su arma reglamentaria.
Arruda -padre de cuatro hijos, el último de dos meses de vida, todos presentes en su fiesta de cumpleaños- recibió tres tiros y el policía bolsonarista cinco, según informó la Secretaría de Seguridad Pública
La presidenta del PT, Gleisi Hoffmann, vinculó el homicidio al «discurso de odio y a la población peligrosamente armada» por el Gobierno del presidente Jair Bolsonaro.
«Embalados por un discurso de odio y peligrosamente armados por la política actual del presidente de la República, que estimula el enfrenamiento, el conflicto, el ataque a adversarios, cualquier persona adherida a este proyecto de muerte y destrucción viene transformándose en agresora o asesina», dijo Hoffmann al lamentar el fallecimiento del dirigente de Foz do Iguazú, estado de Paraná, fronterizo con Misiones.
También pidió a la corte suprema y al Tribunal Superior Electoral medidas para enfrentar cualquier situación que alimente un clima de disputa violenta.
Lula publicó un comunicado extenso en el cual acusó a Bolsonaro de implementar el odio en el país, y dijo que con su reacción, Arruda logró evitar una masacre en la fiesta en la que había 40 personas en un club de empleados públicos.
El asesino tenía un perfil en homenaje a Bolsonaro y la liberación de las armas para la población civil.
El jueves, en su live semanal de Facebook, Bolsonaro había convocado a sus seguidores a actuar antes de las elecciones contra un supuesto fraude electoral tras afirmar que no ocurriría en Braisl una invasión al Congreso similar a la que ocurrió en Estados Unidos con los seguidores de Donald Trump.
«Ustedes saben lo que está en juego, saben cómo se deben preparar, no para un nuevo Capitolio, nadie quiere invadir nada, pero sabemos lo que tenemos que hacer antes de las elecciones», dijo en un mensaje dirigido a sus seguidores.
El sábado, en la Marcha por Jesús, en San Pablo, convocó a los evangélicos a la «guerra entre el bien y el mal», como calificó a la campaña electoral.
Dirigentes del PT recordaron en sus redes sociales los discursos de Bolsonaro con las frases «vamos a ametrallar a los petistas» y «vamos a barrer a los rojos del mapa».
La seguridad de Lula preocupa a los coordinadores de la campaña del PT, a raíz de las amenazas que el expresidente viene sufriendo desde que fue liberado tras pasar 580 días preso por la Operación Lava Jato, en una causa anulada por la Corte Suprema por manipulación y animosidad política.
El 27 de junio, Lula y su candidato a vice, el exgobernador paulista Geraldo Alckmin, lanzaron las directrices del programa de gobierno en un acto en el Hotel Intercontinental, en el exclusivo barrio de Jardins, en San Pablo.
En medio de un discurso, un bolsonarista llamado Caíque Mafra, un ultraderechista católico, sorteó la seguridad y se acercó a Lula para insultarlo a los gritos, lo cual volvió a encender las alarmas en el equipo de seguridad.
Para el senador Randolfe Rodrigues, uno de los coordinadores de la campaña de Lula, gran parte del aliento a estos ataques provienen de Bolsonaro, que ha repetido que el expresidente «no puede salir a la calle».
En marzo de 2018, un mes antes de que fuera enviado a prisión, el ómnibus en el que viajaba Lula fue baleado en el interior del estado de Paraná.
Lula tiene, por ley, una custodia permanente de la que gozan todos los expresidentes.
En tanto, la Policía Federal designó al equipo de comisarios encargados de la seguridad de Lula, algo obligatorio para cada candidato.
El coordinador del equipo es el comisario Andrei Rodrigues, quien integró el equipo de seguridad de la candidatura de Dilma Rousseff en 2010 y fue secretario extraordinario de Seguridad en el Mundial 2014 y los Juegos Olímpicos Río 2016.
En septiembre de 2018, Bolsonaro fue víctima de un atentado con cuchillo en Minas Gerais, en un episodio que lo alejó de la campaña electoral y elevó su popularidad, que lo llevó luego a vencer en segunda vuelta.
El autor, Adelio Bispo, fue declarado inimputable por problemas mentales y está internado, imposibilitado por la justicia de atender a la prensa.