Ilda Bonardi de Toschi: “La Masacre de Trelew fue el preámbulo de lo que se desarrollaría en el ’76”

Los familiares de las víctimas de la Masacre de Trelew calientan motores para conmemorar a gran escala los 50 años de la Masacre de Trelew donde fueron fusilados 16 presos políticos. Con eventos en la ciudad y charlas en escuelas, la movida se consolida a pocos días de la condena a Roberto Bravo

A cincuenta años de la Masacre de Trelew, los familiares de las víctimas se preparan para llevar adelante diferentes homenajes a los caídos la madrugada del 22 de agosto de 1972, en la celda de la Base Almirante Zar. Ilda Bonardi de Toschi, viuda de Humberto Toschi, uno de los 16 fusilados, dialogó sobre los eventos que se desarrollarán en agosto en la ciudad patagónica. En paralelo, mientras se organizan las conmemoraciones a los presos políticos fusilados, un jurado civil en Estados Unidos encontró culpable a Roberto Bravo de haber cometido delitos de lesa humanidad. A pesar de la alegría, los familiares siguen alertas sobre las posibles represalias tras la condena del genocida.

“Estamos trabajando mucho para conmemorar los 50 años”, dijo a este diario Bonardi, quien ha participado activamente de las reuniones de la organización de familiares de las víctimas de la Masacre: “Van a viajar los familiares, expresos y presas políticas, organismos de derechos humanos” entre otras entidades y organizaciones sociales, sumando una caravana de casi 500 personas que van a trasladarse a la ciudad de Trelew. A esta caravana está invitada también la comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados, la cual sesionará en la ciudad chubutense.

“Tenemos una agenda muy cargada de actividades” adelanta Bonardi, y agrega que viajará a la Patagonia el lunes 1° de agosto junto con otra compañera de militancia, donde estarán participando de actividades y charlas diarias en distintas escuelas y universidades de Chubut.

El 20 de agosto, con el calendario más cerca de la fecha aniversario, será el día en que comiencen las actividades formales con la presentación de la tercera edición del libro La Patria Fusilada, del poeta y periodista Francisco “Paco” Urondo, en el Espacio de Memoria Centro Cultural por la Memoria “Viejo Aeropuerto”, espacio donde se sucedió la conferencia de prensa de los militantes fugados del penal de Rawson, donde dieron a conocer su estado de salud y se comprometieron a entregarse a la Armada con la condición de ciertas garantías. La hija de Urondo, Ángela Urondo Raboy, participará de la presentación del libro.

El martes 21 de agosto, la comitiva por la memoria realizará una señalización del penal de Rawson, de donde lograron fugarse los militantes guerrilleros el 15 de agosto de 1972, y durante la noche se llevará adelante una vigilia con música en vivo. El acto central tendrá lugar el 22 de agosto, día que se cumplen los cincuenta años de la masacre, en el Centro Cultural “Viejo Aeropuerto”, con la lectura de un documento redactado por los y las familiares, para después visitar la Base Almirante Zar, lugar donde los guerrilleros fueron encarcelados y finalmente fusilados a sangre fría por Emilio Del Real, Luis Sosa, Carlos Marandino y Roberto Guillermo Bravo.

“Como a los nazis les va a pasar…”
La búsqueda de justicia de los familiares “fue siempre permanente”, dijo Bonardi. “Como todos los organismos de derechos humanos, nuestra búsqueda siempre fue de manera legal. Nunca buscamos venganza. Es por eso que estamos tan conformes, porque una vez más la justicia demostró la culpabilidad de estos personeros del mal”.

La viuda de Humberto Toschi relató a este diario que la búsqueda de los familiares comenzó en 1972 con la presentación de una causa por el fusilamiento de sus parientes y compañeros de militancia, la cual nunca pudo continuar su camino por la justicia, ya que la persecución sufrida por la Alianza Anticomunista Argentina liderada por José López Rega, y el posterior golpe de Estado en 1976 interrumpieron las investigaciones y cajonearon el expediente.

En el 2004, “a través de la presidencia de Néstor Kirchner, nos permiten abrir los archivos y nos da vía libre para iniciar el juicio. En el 2005, comenzamos a presentar todas las pruebas” de la causa, que se radicó en Trelew. El juez de instrucción, el doctor Sastre en el 2008 pide la detención de Roberto Guillermo Bravo, pero no es encontrado por las autoridades, lo cual le vale una denuncia en INTERPOL. “Lo buscamos permanentemente, pero como tuvo la protección infranqueable del gobierno de EEUU, no pudimos dar con él. A todo esto debemos sumarle también que la política de terror que sobrevoló durante tantos años en la Argentina y que aún ahora subyase en los familiares hizo que tuviéramos que ampararnos exclusivamente en la justicia, porque no podíamos hacer nada por nuestra cuenta” cuenta Bonardi.

“El tema del juicio civil nos da a nosotros la gran posibilidad, o la gran esperanza, de que los pedidos de extradición a Argentina tengan ahora su aval, su fundamento, para finalmente aprobar esta extradición, para que se lo juzgue en Argentina”.

El trabajo práctico
En una entrevista radial al programa Vox Populi, al aire por Radio Rebelde 99.3, Bonardi declaró que “La Masacre del año 1972, que es considerado al decir de un militar que dio su testimonio en un tribunal, fue el preámbulo de lo que luego se desarrollaría trágicamente en el ’76”. Para la militante “La Escuela de las Américas de la cual participaron nuestros militares, para la época de los ’70, había terminado su etapa teórica y él consideró que la Masacre del ’72 fue el primer trabajo práctico de esa teoría de la Escuela de las Américas”.

“Ese trabajo práctico demostró que no podía haber fusilamientos, porque al haber fusilamientos aparecían los cuerpos y el pueblo, como sucedió realmente, no creyó de ninguna manera las mentiras que el gobierno militar puso a la luz, de que no hubo intento de fuga y demás”, dice la viuda de Toschi: “A partir de eso, de darse cuenta de que los fusilamientos no eran efectivos, que generaban reacciones contrarias, es que apelan a esta trágica figura de los detenidos desaparecidos”.

Ilda Bonardi es exmilitante del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), y tras la detención de su marido Humberto en 1971, ella buscó ocultarse de la persecución de las Fuerzas Armadas, y se radicó en Rosario donde se dedicó a la docencia. Los servicios de inteligencia, si bien la buscaron en tres oportunidades, nunca la encontraron. “Los medios no toman en cuenta la importancia de este juicio” dijo a El Ciudadano: “Para nosotros tiene un valor nacional e internacional muy importante. Porque ni los juicios contra el nazismo ni el franquismo han podido lograr lo que logramos nosotros. Que un criminal de guerra, un criminal genocida, fuera juzgado en EEUU y encontrarlo culpable. Yo creo que estamos en presencia de uno de los primeros casos en la historia jurídica”.

Bonardi resalta que “este juicio fue un juicio por jurados, en EEUU, en el distrito de Miami, donde la que estaba a cargo fue una jueza que tuvo una actitud, para nosotros, muy encomiable porque la defensa de Bravo hacía mucho hincapié en la posibilidad de prescripción de poder juzgarlo por los años que habían pasado. Y la jueza tuvo que determinar ella la condición de imprescriptibilidad, pero fue absolutamente confiable para nosotros al determinar la imprescriptibilidad del caso”.

El jurado no determinó la prisión para Bravo debido a que los juicios civiles no llegan a prisión. “En este momento, lo único que se podía hacer en Estados Unidos era un juicio civil, para poder obtener la condena y fuera sentenciado como culpable. Con respecto a la indemnización, a nosotros lo que menos nos importaba era una reparación económica. No sabemos cómo se va a desarrollar pero no nos importa. Lo que nos importa es poder entablar este antecedente jurídico” afirmó Bonardi.

Los fantasmas todavía siguen viviendo

La militante recuerda al genocida recientemente fallecido Miguel Etchecolatz, y relaciona su caso con la desaparición de Jorge Julio López, en el mismo día que éste tenía que ir a declarar contra el represor, el cual cumplía prisión efectiva. “Bravo, cuando termina el juicio, dice ‘Estoy feliz por ellos’, refiriéndose a los tres familiares que estaban allí, y que miraba muy fijamente a Raquel Camps”, la hija de Alberto Miguel Camps, y agrega Bonardi, con voz fría: “A mi eso me da miedo. Esa mirada penetrante que nos han descripto me da miedo, porque no puedo olvidar también, que Sosa, pocos días antes de que terminara el juicio” en el 2014 “dijo que en la Marina, se lo tenía como un héroe”. “¿Hay todavía de esta gente dando vueltas? Este impulso negacionista ¿hasta dónde va a llegar? Sinceramente estoy feliz, pero también temerosa de lo que pueda pasar”.

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